Si Me Ofrecieran Volver A Nacer, Rechazaría La Oferta

Como se suele decir, la historia es un tren con muchos vagones: la locomotora puede haber ya llegado a la estación, mientras que el vagón de cola está muy, muy lejos todavía. Durante mis años de infancia puede que en otras partes los avances tecnológicos y sociales hubieran llegado lejos, pero en el concello de Nigrán, en Pontevedra, os aseguro que el sistema de trueque todavía seguía vigente en aquel tiempo. Esta es una historia como cualquier otra, llena de recuerdos y sinsabores, que quizás pueda resultarle familiar a aquellos que hayan vivido aquellos años, que parecen tan lejanos ahora, de infancia en la Galicia rural de los sesenta. Es una historia de pequeñas historias y pequeñas cosas, de ir a cortar la hierba y dar de comer a los animales, de ir a ayudar al cura, y a la misa los domingos, es la historia de una familia humilde y numerosa, de una madre y de sus ocho hijos, todos de distinto padre, y ninguno reconocido, de la alegría de oler el pan caliente, y de las palizas recibidas. Quizás no sea nada del otro mundo, pero es, en definitiva, mi historia.